Cuando una persona decide dejar a un lado actividades de su vida cotidiana para hacer ejercicio, es probable que sufra vigorexia, conducta en la que se ejercita en exceso.
Quienes desarrollan este trastorno son personas que fueron extremadamente delgadas u obesas, o bien, que han pasado por algún trastorno alimenticio como la bulimia, anorexia u ortorexia -el conteo extremo de las calorías de cada alimento antes de comerlo-, explica Fabiola Sánchez Álvarez, maestra en Terapia Familiar Sistémica.
Quienes viven con vigorexia piensan todo el tiempo en cómo compensar con el ejercicio lo que creen que se comieron de más y pierden el interés por tener momentos de recreación por pensar en el entrenamiento, afirma la especialista.
Además, cuando la persona no sigue al pie de la letra su rutina cae en episodios de ansiedad, frustración y enojo.
"Casi todos los trastornos alimenticios o de este tipo que se dan a partir de situaciones de alimentación y de extremo en movimiento de los pacientes, tienen que ver con una necesidad de aceptación, de verme mejor, de sentirme seguro ante el medio que me rodea, todo el tiempo estoy sintiendo que me observan", indica Sánchez Álvarez.
Erróneamente, estas personas creen que haciendo más ejercicio tendrán mejores resultados, cuando en realidad lo que están haciendo es poner en riesgo su salud, pues es común que los vigoréxicos no coman adecuadamente y utilicen mucha más energía de la que consumieron en los alimentos.
"Lo que he visto en algunas personas (vigoréxicas), es que ellas deciden eliminar los carbohidratos (...), todo lo que piensen que puede engordar", enfatiza la psicoterapeuta.
Las características de quienes padecen este trastorno es que son personas que se aislan, con pensamientos autodestructivos, que no duermen bien porque llegan a generar trastornos de sueño, con tendencia a deprimirse y que con el paso del tiempo pueden desarrollar problemas de corazón o riñón, detalla.
Para la familia y el círculo de amigos es difícil identificar que existe un problema con ellos, pues suele vérseles como personas saludables que se cuidan a través del ejercicio, agrega.
"La vigorexia es un trastorno silencioso, imperceptible para algunas personas", refiere.
"Personas que nos dedicamos al área de la salud, nutriólogos, psicólogos, médicos, podemos notar una conducta extraña, un extremo del comer bien y hacer ejercicio y ser una persona saludable, contra alguien que ni siquiera te le puedes acercar mientras entrena porque siente que tu distracción provoca que ellos no rindan lo suficiente".
Este trastorno se presenta por igual en hombres y en mujeres, advierte la experta.
¿Cómo detectarla?
Si detecta alguna de estas características, es probable que la persona sufra de vigorexia.
· Se preocupa porque está comiendo demasiado, aunque no es así.
· Se da atracones de comida y luego pasa horas haciendo ejercicio.
· Le preocupa la cantidad de calorías que contienen los alimentos que está por comer.
· El recortar el tiempo de su entrenamiento le exaspera.
· No aprovecha días de descanso para hacer actividades ajenas al ejercicio.
· Se altera si un día no puede seguir su rutina.
¿Cómo tratarla?
· La persona debe reconocer que tiene un problema.
· Se debe recordar por qué empezó a hacer ejercicio.
· Saber cómo se percibe a sí misma.
· Reducir la carga de ejercicio en su rutina, pero no eliminarla por completo.
· Ayudar a que se reintegre al trabajo, familia y amigos.
· El diagnóstico, pronóstico y tiempo de tratamiento está determinado la mayoría de las veces por el tipo de personalidad.
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